Marrakech: rumbo al reino de las alturas (Atlas)
Desde que llegué a Marrakech las vi junto a la roja llanura del desierto. Bajo la ventanilla del avión se alzaban las cumbres del Gran Atlas, poderosas y sempiternas. Cuando la calima ahoga el cielo de Marrakech aún las podemos adivinar tras el turbio horizonte como un bálsamo de aire puro. Los ríos y nacientes de sus cimas proveen de agua a la ciudad. Así que Marrakech debe su existencia a las montañas donde perviven los pueblos bereberes.